Podemos clasificar estos factores que aumentan el riesgo de padecer un cáncer de piel en modificables y no modificables. Estos últimos son inherentes a la constitución de las personas.
Entre los factores de riesgo modificables, es decir, aquellos que muchas veces podemos prevenir con el cambio de ciertas conductas, están:
Exposición a la radiación solar, ya sea de forma crónica o intensa e intermitente
Exposición a las cámaras de bronceo
Uso regular de cámaras UV para secado de uñas (controversial)
Exposición a la radiación ionizante (rayos X)
Exposición a sustancias como el arsénico
Los factores de riesgo no modificables que se han descrito, son:
Personas de piel clara
Personas con ojos claros y pelo rubio o rojizo
Edades avanzadas
Estados de salud que lleven a inmunosupresión
Enfermedades genéticas, como el Xeroderma Pigmentoso o el Síndrome de Gorlin
La presencia de ciertos tipos del virus del papiloma humano cutáneo como el VPH 16,18 y 31
Usualmente, el cáncer de piel se presenta como cambios inusuales en la piel, no ocasionado por traumas o factores externos. Estos cambios podrían corresponder a protuberancias, cicatrices no ocasionadas, úlceras que no sanan, o áreas con varias tonalidades de color pardo o negruzco. Síntomas como el dolor podrían o no estar presentes. El diagnóstico confirmatorio se hace mediante la toma de una biopsia, que puede realizarse extrayendo un pedazo de piel con una hoja de bisturí o un dispositivo cilíndrico llamado sacabocados.
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